Compartir la mesa y la vida…
Comer en casa de amigos de toda la vida es una fiesta , especialmente cuando los invitados somos dos ya que se transforma en una privada en la que circulan la intimidad, la complicidad , la historia, los proyectos y por sobre todo el disfrute del momento presente. Especialmente regada con un rico vino y matizada por los diferentes pasos de la comida a modo de homenaje de los anfitriones hacia los invitados. Estos a su vez traen cuando llegan , lo que saben que les gusta a los dueños de casa completando esa suerte de juego de las visitas, la excusa perfecta para el encuentro y para la expresión del mutuo cariño.
La entrada, arrolladitos de matzá, una típica comida en tiempos de Pesaj para los respetuosos de las costumbres
Las bamias , una especialidad única de la casa y el leit motiv de la invitación. Hay tantas versiones como cocineras la que comimos es con carne y damascos.
Exquisitas e inimitables las peras con un toque de crema a gusto y para el café los deliciosos dulces …
Gracias por la velada y sigamos hasta los 120 como decían los ancestros.
Como siempre como entonces como ahora !!! Como siempre con la vida y con el fiututo que nos ofrece
Amén!